Lectura orante
del Evangelio: Mateo 17,1-9
“Siempre da Su Majestad ciento por uno” (Santa Teresa, Carta 294,13).
Se transfiguró delante de ellos y su rostro
resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Es una alegría para nosotros saber que
Jesús está vivo y que camina con nosotros. Le interesamos, nos quiere. Está
cerca, toma la iniciativa. El agua estancada que llevamos dentro la quiere
cambiar en agua viva. Su presencia llega en el momento oportuno. Siempre es
tiempo. Cuando Él quiere, cuando nosotros aceptamos su querer, nos saca de la
noche confusa, en la que estamos sin entender tantas cosas, y nos acompaña al monte,
a una fiesta de luz y de alegría. Con cada uno de nosotros utiliza caminos
diferentes. Donde se nos ha metido el cansancio de los problemas cotidianos y
el dolor de un mundo herido, donde se hace fuerte el sinsentido de la cruz y la
desesperanza ante un futuro de vida para siempre, Jesús entra como luz y todo
lo llena de claridades. Tú, Jesús, nos iluminas porque eres Luz, nos
amas porque eres Amor. Creemos en tu bondad. En la confianza en
tu amor está nuestra fuerza.
Señor, ¡qué
hermoso es estar aquí!
¡Cómo hemos podido estar ciegos tanto tiempo! ¡Es la experiencia de la alegría,
el gozo del encuentro! Jesús no engaña. Se rompen nuestros esquemas, nuestra
mente entra en espacios más amplios. Sentimos la necesidad de reservar un
tiempo y un espacio para Dios. Entramos en la alegría de creer. Oramos
susurrando a Jesús nuestra nueva identidad. Tenemos ganas de gritársela a
todos. Cuando viene Dios arrasa con todos los miedos, cuando Dios nos invade
todo se nos llena de vida. ¡Qué bello es el encuentro con Él! La zarza ardiendo está delante de nuestros
ojos. Nos descalzamos de todo temor ante Ti. ¡Qué hermoso es estar aquí,
contigo, Señor!
Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto.
Escuchadle. Es hora de
callar para oír el amor, de caer por tierra para que comience la nueva
creación. Habla la voz del Padre, que es la voz de un amor infinito, de una
bondad, de una entrañable ternura. Habla de Jesús, el Hijo amado; nos habla a
nosotros. Llega el Inesperado con el más bello mensaje: Jesús, un amor que salta
hasta la vida eterna. Si dejamos entrar en nuestro corazón a este Manantial
esencial, una sobreabundancia de amor inunda nuestra vida. Abrimos los oídos para escucharte, Abbá querido. Abre Tú nuestra mente
para entenderte y escuchar a Jesús.
Jesús se acercó (a los discípulos) y tocándoles,
les dijo: “Levantaos, no temáis”. Jesús se acerca y nos toca, nos abraza, nos levanta y anima. Hay que bajar
del monte a la vida cotidiana. Pase lo que pase, Él seguirá a nuestro lado
hasta el final. La muerte es una mentira. En un diálogo permanente con Jesús
trabajaremos para que la vida invada toda muerte y los miedos desaparezcan.
Nuestras raíces se han hecho más hondas, nos han nacido alas para volar y vivir
al aire de Jesús. Sabemos que necesitaremos tiempo para abrir del todo los ojos
a la Luz, pero Jesús, con infinita delicadeza, respetará nuestro ritmo, sin
tratar de atropellarnos nos enseñará a dejarnos amar por el amor del Padre. La
vida es demasiado bella para que la hagamos mezquina. La luz de la montaña nos enseña a mirar la vida con otros ojos.
Llevamos dentro el recuerdo de la voz del Padre. Tú, Jesús, vienes con
nosotros.
P. Pedro Tomas Navajas. (OCD)
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