domingo, 4 de agosto de 2013

Domingo décimo octavo del tiempo ordinario


Lectura orante del Evangelio: Lucas 11,1-13
“¿Qué queréis, Señor, que haga? De muchas maneras os enseñará allí con qué le agradéis” (7M 3,9).
‘Guardaos de toda clase de codicia’. No es ésta una palabra menor de Jesús; es muy necesaria para ponernos en verdad y no correr en vano por la vida. El vacío y la inseguridad no se curan con la codicia. La vida no depende de los bienes, se recrea en otra fuente: el amor gratuito e incondicional de Dios. Jesús, mientras vamos de camino con Él, nos invita a salir de la nada, del sinsentido, de la insensatez, que es adonde lleva la codicia. Pero el ambiente que nos rodea nos hace propuestas muy contrarias a las de Jesús. ¿Qué voz escucharemos? La oración, no pocas veces, es un tiempo de lucha. Escucho tu voz, Jesús. Quiero vivir en plenitud.  
‘¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha’. Los grandes almacenes, donde se guarda lo que sobra, esconden la estrechez del corazón. Ninguna cantidad de reservas alivia la experiencia interna de escasez. Jesús dice que eso es un simulacro de vida. La alegría va por otros caminos. Entra en mi corazón, Jesús, y trabajarme por dentro.
‘Tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida’. Esta es la mentalidad reinante en nuestra sociedad, disfrutada por unos pocos, deseada por muchos. El ego ocupa el espacio, se aísla, todo es poco para él. ¡Qué manera tan egoísta de plantear la vida! No hay corazón, ni solidaridad, ni alegría. ¿Dónde están los otros: pobres, inmigrantes, pequeños de la tierra? Todos han sido descartados. ¡Qué injusto! Lo de Jesús es de otra manera: las necesidades disminuyen –puedo vivir con menos-, la austeridad compartida es una fiesta, los otros existen, hay espacio para la ternura. Enséñame, Jesús, a plantear mi vida a tu manera. 
‘Esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado ¿de quién será?’ La insensatez tiene consecuencias; lo ve quien sabe mirar. Vivimos en la contingencia, no podemos olvidarlo. ¿Quién puede llenarnos la vida? ¿Por qué no comenzamos otro camino? Las distancias más largas se acortan cuando damos un paso. Estamos a un pensamiento de cambiar la vida. Libérame, Jesús, de la falsedad que no deja vivir.   
‘Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico para Dios’. El ego no es el centro de todo. Es un engaño acumular méritos ante Dios, también eso es un atajo equivocado que no conduce a la plenitud. ‘Sal fuera y gloríate en tu gloria’, allí donde se escuchan los susurros más hermosos de la vida. La verdadera vida está en el encuentro con Jesús, en sabernos amados gratuitamente por Él. Jesús es nuestra riqueza. Si caminamos con Él y con todos, ya somos ricos para Dios. Es hora de escuchar en el corazón, ahí nos habla Jesús, y los pobres tienen sitio. Una nueva cultura es posible. Jesús, tú eres mi riqueza.   

P. Pedro Tomas Navajas, (OCD).



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