domingo, 17 de febrero de 2013

Domingo primero de cuaresma



Lectura orante del Evangelio: Lucas 4,1-13

“Pruébanos, tú, Señor, que sabes las verdades, para que nos conozcamos” (3M 1,9).

Jesús, lleno del Espíritu Santo. Caminantes por la vida al aire del Espíritu, eso son los orantes. Pisan las huellas de Jesús, entran con Él en el desierto empujados por el Espíritu. Hacen silencio, palpan la pobreza, se atreven con la verdad, van más allá de las seguridades, para buscar lo esencial de la vida y encontrar la fuente del amor. Dejan lugar al Espíritu, se dejan llevar por Él. Oran. Creen. Aman. Gracias, Espíritu.
Era tentado por el diablo. Los orantes, al igual que Jesús, son empujados por el Espíritu al desierto, donde experimentan la tentación del enemigo. La falta de agua para la sed, la ausencia de palabras amigas que rompan la soledad, la desprotección y la falta de apoyo para los pies, amenazan con desviarlos de la fe y romper la comunión con Dios. Cuando todo parece amenazado, aparece la Palabra creadora, que vence la nada y crea el ser. Las pruebas aquilatan la fidelidad. En la oscuridad nace la luz de Jesús, en el desierto Dios habla al corazón, en la tentación el Espíritu humaniza la vida. Padre, no me dejes caer en la tentación, líbrame del malo.
 ‘Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan’. Jugar con Dios, utilizarle para los propios intereses, eso es la tentación. No aceptar la verdad de lo que somos, pretender grandezas que nos superan, eso es la tentación. ¿Y la fe? La fe es la apertura al don de Dios, la confianza en Él, la vida que nace del encuentro con la verdad que sale de su boca, el pan que se convierte en pan nuestro, pan de todos. El hecho de confiar en ti, Jesús, y de seguirte, es lo mejor que me ha podido pasar.
‘Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo’. Poder del mundo frente al poder de la cruz. Esclavitud y libertad, cara a cara. Totalidad que se nos escapa de las manos o plenitud de Dios que nos sostiene. ¿Quién nos habita en los adentros? ¿A quién adora el corazón? Al tocar la vida encontradas en la Palabra, al regresar, humildes y sinceros, a las fuentes de la fe, entregamos al Señor nuestro amor. La soledad se hace sonora, el silencio se hace música callada, adoramos al Señor nuestro Dios. Yo te alabo y te bendigo, Tú eres mi Señor. Yo te alabo y te bendigo, canto para Ti.
 ‘Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti’. ¿Qué pasa cuando la tentación nos lleva a tentar a Dios? ¿Qué pasa cuando al tener una fe clara se lo llama fundamentalismo y al relativismo se le aplaude como una salvación? ¿Qué pasa cuando Jesús confía en Dios desde la cruz? Jesús triunfa definitivamente sobre el mal, sobre todos los engaños. La fe, don y tarea, que nos hace personas libres en la fidelidad a dios. La fe, luz y oscuridad, que deja ver que Dios no es un objeto, que es nuestro todo. La fe, grandeza en nuestra pequeñez, que nos ayuda a discernir las huellas de Dios, a veces insospechadas, escondidas en la arena. Gracias, Espíritu, por decir en mí: Amén





P. Pedro Tomas Navajas,  ( OCD)

No hay comentarios:

Publicar un comentario