jueves, 20 de noviembre de 2014

Domingo de Jesucristo, Rey del Universo


Lectura orante del Evangelio en clave teresiana: Mateo 25,31-46
“Dejar esto (estar con Dios) por el aprovechamiento de los prójimos es regalarle y hacer por Él, dicho por su boca: ‘Lo que hicisteis por uno de estos pequeños, hacéis por mí’” (F 5,3).
Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre… serán reunidas ante él todas las naciones. Fotografía impresionante: Todas las naciones reunidas y Jesús, iluminando con su gloria a los más pobres de la tierra y diciendo que “aquí se ha de ver el amor” (F 5,15). Cuando viene “Jesucristo, Señor nuestro, Rey verdadero de todo” (F 10,11), siempre pregunta por el amor. La vida y la oración adquieren su verdad en el amor. “Si no es naciendo de raíz del amor de Dios, que no llegaremos a tener con perfección el del prójimo” (5M 3,9).
Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. “¡Oh Rey de la gloria y Señor de todos los reyes, cómo no es vuestro reino armado de palillos, pues no tiene fin!” (V 37,6). El reino, que comenzó como un granito de mostaza, muestra aquí toda su plenitud. Los amigos de Dios, caminantes con “los ojos en el verdadero y perpetuo reino” (V 15,11), ahora “están en el palacio cabe su Rey y ven que les comienza ya a dar aquí su reino” (C 31,3). Jesús se fija en los que han amado a los prójimos y los bendice. Hay alegría a raudales. Ha triunfado el amor. “Cuando en el Credo se dice ’vuestro reino no tiene fin’, casi siempre me es particular regalo” (C 22,1).
Porque tuve hambre y me disteis de comer. Obras quiere el Señor. “¿Cómo queréis contentarle con solo palabras?” (7M 4,8). Benditos los pies que van hacia los pobres, benditos los que oyen su clamor. Benditos los que se dejan enseñar por el Espíritu de Jesús para entender la vida como servicio. “Paréceme tengo mucha más piedad de los pobres que  antes solía. Entiendo yo una lástima grande y deseo de remediarlos, que, si mirase a mi voluntad, les daría lo que traigo vestido. Ningún asco tengo de ellos, aunque los trate y llegue a las manos. Y este veo es ahora don dado de Dios… Bien conocida mejoría siento en esto” (R 2,4). La señal de que amamos a Dios es si amamos a los necesitados. “Si entendieseis lo que nos importa esta virtud (amor al prójimo), no traeríais otro estudio” (5M 3,10).   
¿Cuándo te vimos con hambre y te alimentamos? Diálogo fascinante, sorprendente, siempre orante de Jesús con los que han compartido el pan con los pobres. Se han dejado enseñar por Jesús y “aman muy diferentemente de los que no hemos llegado aquí” (C 6,3). Con muchos gestos anónimos han humanizado la humanidad. Han sido icono de Jesús por los caminos. “Los verdaderos amantes en toda parte aman y siempre se acuerdan del amado” (F 5,16).
Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. En la actitud hacia los pobres se muestra creíble el amor a Jesús. Quien ama a los pobres, ama a Jesús. “Obras quiere el Señor, y que si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio… te compadezcas de ella; si tiene algún dolor, te duela a ti; y si fuere menester, lo ayunes, porque ella lo coma” (5M 3,11). “¡Oh Jesús mío!, cuán grande es el amor que tenéis a los hijos de los hombres, que el mayor servicio que se os puede hacer es dejaros a Vos por su amor y ganancia y entonces sois poseído más enteramente” (E 2,2).  


 P. Pedro Tomas Navajas (OCD)

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