Lectura orante del Evangelio: Juan 13,31-35
“¿Qué no dará quien es tan amigo de dar y puede
dar todo lo que quiere?” (5 Moradas 1,5).
Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es
glorificado en él’. Lo
que Jesús ha vivido con el Padre, lo comparte con los orantes; muestra su amor
hasta el extremo, no se guarda nada porque es amigo de dar. Sale a nuestro
encuentro y nos glorifica con la gloria que recibe del Padre para que seamos la
gloria de Dios. Lo suyo es dar vida en plenitud, embellecer la vida cuando se
siente cansada, llenar toda vida de su pascua, vestir de gloria toda desnudez y
pobreza. Orar es aprender a recibir de Jesús su gloria, es dejarnos mirar por
su amor. Quien vive esto se siente llamado/a a mejorar el mundo con el amor, a
vestir de gloria y dignidad a los desnudos, a compartir el pan con los que
pasan hambre, a dar visibilidad a los que no cuentan. Jesús, todo está lleno de ti. Gracias por amarme y glorificarme.
Bendito seas.
‘Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a
otros’. Lo más importante
de la vida es el amor mutuo. El criterio para examinar la vida a la tarde es el
amor de unos a otros. La verdadera alegría brota del amor que nos tenemos. Dios
es amor y nosotros somos amor. La Iglesia es amor. Amar es nuestra identidad
más profunda. Jesús nos deja el Espíritu, que es la fantasía del amor. En un
escenario de cansancio nos regala el amor como riqueza de pensamiento, como
creación nueva, como experiencia de Dios en esta hora. Gracias, Jesús, por la música del amor.
‘Como yo os he amado’. Jesús es un enamorado, nos ama primero. Su vida es
un prodigio de amor que toca la raíz de nuestras vidas. Con el esfuerzo de cada
día, amasado en amor, construye el Reino para alegría de la humanidad
esperanzada. Su amor no se queda solo en palabras ni se asoma solo en sentimientos.
Ama, dándose; ama, levantando a los que están abajo, ama con un amor único. Su
amor es digno de fe. Los orantes, mirando a Jesús, son los que optan cada día
por amar como Jesús y emprenden un camino que tiene corazón. Y cuando se
equivocan, y lo hacen tantas veces, comienzan otra vez. Espíritu Santo, enséñame a amar como ama Jesús.
La señal por la que conocerán que sois discípulos
míos, será que os amáis unos a otros’. La señal de los amigos de Jesús es el amor. La
alegría de la vida nueva de Jesús es el amor. El porqué profundo de una manera
de vivir según el Evangelio es el amor. La fe y la esperanza se despiertan
cuando hay amor. Orar sin amar no es nada. Orar consiste en amar mucho. Jesús
nos llama para extender por el mundo este perfume. Cuando amamos, nada se
pierde, ningún pobre se pierde, ninguna dignidad humana queda pisoteada. No hay
que perder tiempo para amar. El amor es la lengua que todo el mundo entiende. Jesús, he conocido tu amor y he creído en
él. Gracias.
¡Feliz Pascua de
Resurrección!
P. Tomas Navajas (OCD)
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