domingo, 13 de mayo de 2012

VI DOMINGO DE PASCUA: ...OS LLAMO AMIGOS

En este Domingo sexto de Pascua el Señor nos hace una cariñosa, tierna y comprometedora invitación:
Permaneced en mi amor.


 Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Jesús solo sabe amar. Su amor es tan impresionante, que saca amor donde no lo hay. El encuentro con Jesús, con su estilo de amar al ser humano, nos lleva a optar por Él. Creemos en el amor de Jesús, porque solo su amor es digno de fe. Orar es permanecer en el amor de Jesús, y estarse amándole. La oración no consiste en pensar mucho, sino en amar mucho. Jesús, tu mirar es amar. Gracias.  

Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Jesús no puede pedirnos otra cosa que amor, amor a Él y amor a todos. Pero nosotros no abrimos fácilmente la puerta del corazón a los distintos y distantes; encontramos mil razones para justificar el no amar. Por eso, porque no sabemos ni queremos amar, Jesús nos regala el Espíritu, que enciende en nuestra interioridad una llama de amor viva. Orar es oír el sonido del amor en el corazón para aprender a amar como Jesús. Dibuja, Jesús, tu amor en mi fuente, para que quien me mire te vea. Gracias.



Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. El amor y la alegría van juntos. Jesús vive en el amor del Padre, y de esa fuente le brota la alegría. La tristeza, la ansiedad, la amargura nos atormentan a menudo, pero Jesús nos regala su alegría. La alegría, que nace de la conciencia honda de ser amados por Jesús, es un elemento central de nuestra fe. Quien conoce y ama a Jesús supera el cansancio de la fe, recupera la alegría, una felicidad interior lo recorre por dentro. Orar es tocar el gozo de Jesús y mirarnos en la belleza de su amor. Orar es asomarnos al corazón de María, entrar en la comunión de la Iglesia, y descubrir allí al Espíritu, que es la alegría. Espíritu Santo, solo tu amor cura mi dolencia. Gracias. 

 A vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. El amor de Jesús nunca está ocioso, está en continuo movimiento, busca el bien de las personas, crea una atmósfera de comunicación a su alrededor, da la vida por sus amigos, nada ni nadie lo puede romper. Orar es tratar de amistad con Jesús. Orar es descubrir a nuestro lado a los amigos de orar y abrir con ellos, en gratuidad, caminos de entrega y compromiso con los pobres. Jesús, me das tu pecho, me enseñas ciencia muy sabrosa y yo me entrego a ti, confiado en tu amor. Gracias.  




Soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto. Mirando a Jesús, descubrimos que el fruto de la vida es el amor. Hemos sido creados y elegidos, a imagen y semejanza de Dios, para amar. El amor es nuestra vocación. Quien ama como Jesús, pasa por este mundo haciendo el bien, aprende a mirar a los demás con compasión. 
Orar es pedir al Padre en nombre de Jesús. Orar es atreverse a amar. 
(P. Pedro Navajas ocd)

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