Lectura
orante del Evangelio: Juan 20,19-31
“La
perfección está en quien ama más, en quien mejor obrare con justicia y verdad”
(3 Moradas 2,10).
Entró Jesús,
se puso en medio y les dijo: ‘Paz a vosotros’. Los
discípulos, encerrados y asustados por miedo, son testigos de la aparición de
Cristo y reciben de Él el Espíritu Santo. La vida espiando por las rendijas del
miedo, esperando que le hagamos espacio a la paz y a la alegría. El encuentro
con el Resucitado es siempre una nueva creación para el hombre por medio del
Espíritu. Jesús es quien toma la iniciativa. La paz y la alegría son los frutos
de la Pascua. Dios quiere al hombre feliz. Vivimos la resurrección porque
creemos que Jesús vivo está en medio de nosotros.
Y los
discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Su vida y
sus actos solo quieren transmitir la vivencia de Cristo resucitado. Jesús es
fuente de la alegría. El Espíritu rompe las puertas y abre esas puertas a la
misión. La paz y la alegría son el poder del Evangelio. Una oportunidad para
vivir nuestra fe. Cómo nace la nueva fe en los creyentes. Increíble transformación
del grupo de los discípulos: de llenos de miedo pasan a estar llenos de
alegría. Jesús sopló sobre ellos. El Espíritu es el fundamento de nuestra fe.
Enviados a crear. A eso dedicaremos la vida.
‘Si no veo…,
no lo creo’. A los ochos días se reúnen los discípulos para celebrar a
Cristo resucitado. Los discípulos comunican a Tomás su experiencia. El
encuentro con Jesús acontece cuando estamos en comunión con la Iglesia, con los
que están congregados en un mismo Espíritu. El problema está en fiarse de los
hermanos. Nuestra fe se apoya en el testimonio de los creyentes. Valorar la
comunidad como espacio de acompañamiento y cuidado mutuo.
‘No seas
incrédulo sino creyente’. La fe, vivida a solas, está expuesta al peligro. Acontece
el encuentro. El Señor de la Vida lo andaba buscando. Poner nombre a tantos
intermediarios que nos transmiten la fe. A tantos que no se dejan vencer por
los inviernos. En la intimida es donde mejor se escucha la palabra que enamora.
Se trata de creer en el Crucificado. Los hermanos nos evangelizan. Capaces de
experimentar la vida de Dios.
¡Señor mío,
Dios mío! La fe nos hace experimentar la nueva creación. Tomás se
siente llamado a creer con sus hermanos. La fe nos permite entrar en la
confianza comunitaria. Vive la Pascua, pasa a la Vida. La muerte en cruz golpeó
la fe de los suyos, pero no la destruyó. Los ojos del corazón lo reconocieron.
Abrazando cariñosamente al mundo, estamos abrazando a Dios. Aparece una fe
nueva. ¿Creemos en el Crucificado? Creo en ti, Jesús crucificado. Te damos
gracias, Padre, por Jesucristo nuestro Señor.
Dichosos los
que crean sin haber visto. Dichosos los que se fían del testimonio a favor de
Jesús. Dichosos los que se abren a la acción y presencia del Espíritu para
encontrarse realmente con Cristo resucitado.
¡Feliz Pascua de Resurrección! P.Pedro Tomas Navajas , (OCD)
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