lunes, 18 de abril de 2011

SEMANA SANTA, LA GRANDE SEMANA

No me mueve, mi Dios, para quererte,
El cielo que me tienes prometido,
Ni me mueve el infierno tan temido,
Para dejar por eso de ofenderte.

Muéveme, mi Señor, muéveme el verte
Clavado en una cruz y escarnecido;
Muéveme el ver tu pecho tan herido.
Muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor de tal manera
Que aunque no hubiera cielo yo te amara
Y aunque no hubiera infierno te temera.

No me tienes que dar porque te quiera.
Porque aunque lo que espero no esperara.
¡Lo mismo que te quiero te quisiera!

Igual que la rosera aunque doblada hasta el suelo, sigue floresciendo y ofreciendo su belleza y su perfume,
así también Jesús inclinó su cabeza hasta lo más bajo de la humillación, pero no dejó de ofrecernos su mirada de amor, su misericordia, su perdón... la salud, la Salvación.
¡Gracias, Jesús!



En este Lunes Santo celebró con nosotras la Eucaristía el Obispo de nuestra diócesis, Mons. Ricardo Centellas. Momento de renovar nuestro compromiso de amor, de entrega, de comunión con Jesucristo.

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