Lectura
orante del Evangelio: Lucas 16,1-13
“Él solo es
verdad” (6M 10,6).
Le llegó la
denuncia de que derrochaba sus bienes. Palabra de
Jesús a los orantes, que estamos dispuestos a escuchar. Palabra de denuncia y
anuncio, con la que queremos dejarnos confrontar. Somos administradores, no
dueños, de unos bienes que necesitan los pobres. Los bienes se conservan cuando
se dan, cuando no se dan o se malgastan se pierden. Pongo mis pies en tu terreno, Jesús. Alimenta mi fe.
¿Qué voy a
hacer ahora que mi amo me quita el empleo?’ Después de
la corrección, viene la posibilidad de una vida más evangélica. La palabra de
Jesús siempre es creadora de posibilidades nuevas. ¿Qué nos conviene hacer en
este momento de nuestra vida? ¿Qué nos piden los pobres? ¿Qué nos pide Jesús?
Es la hora de la imaginación y creatividad que nos regala el Espíritu. No todo
da lo mismo. Hay formas de vivir que no conducen a la vida. Guía, Señor, mis pasos a la verdad.
El amor
felicitó al administrador injusto por la astucia con que había procedido. A
Jesús le duele tener que decir que los hijos de las tinieblas son más sagaces
que los hijos de la luz, que seamos tan espabilados para las cosas del mundo y
tan poco sagaces para las cosas de Dios y, por tanto, de los pequeños. Ser
orantes no significa ser gentes apocadas, sin capacidad de riesgo, encerradas
en sí mismos, sin valentía para afrontar caminos nuevos, sin la sagacidad de
invertir los dones de forma inteligente mirando al futuro, sin el empeño de
trabajar por un mundo más justo para todos. Infúndeme
tu Espíritu, Señor. No dejes que me conforme con nada.
Haceos
amigos con el injusto dinero. ¿Qué hacemos con lo mejor que somos? La oración es la
fiesta de la amistad. Más que acumular bienes para el yo, podemos hacer amigos
compartiendo con los pobres los bienes recibidos de Dios. También el dinero
puede ser un medio magnífico para construir vida. La experiencia de Dios nos
empuja a crecer en experiencia de humanidad. A Dios le servimos sirviendo al
ser humano. Enséñame, Jesús, a seguirte de verdad, a no olvidarme de los pobres.
No podéis
servir a Dios y al dinero. Idolatrar al dios dinero es una falsedad, porque quita la
alegría al mundo. Es malo estar apegados al dinero, porque se rompe la
esperanza en el corazón de los pobres. El ansia de acumular agrede la dignidad
del ser humano. ¿Podemos servir a Dios sin cambiar para nada nuestra vida? No
podemos ser orantes, amigos de Jesús, a medias. Los orantes somos gentes de
Dios. Necesitamos todas nuestras fuerzas para vivir el Evangelio y no quedarnos
fuera de la vida. Ayúdame, Jesús, a vivir
con sencillez y a estar cerca de los pobres.
¡Feliz
Domingo en PAZ, con JUSTICIA!
P.Pedro Tomas navajas, (OCD)
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